A menos de 30 km de Montpellier, Frontignan se encuentra en el archipiélago de Thau, en un entorno excepcional entre las salinas y el mar Mediterráneo.
El agua es omnipresente en Frontignan, entre sus canales, estanques, acequias, salinas y el mar Mediterráneo, este destino promete una experiencia única. Con más de 7 km de playas que se extienden hacia el Mediterráneo, este destino brilla con un sol excepcional durante todo el año. Caminar por el litoral de Frontignan, una impresionante franja de tierra que separa el mar de los estanques, es una gran experiencia, donde las playas de arena fina y guijarros dan la sensación de estar en el fin del mundo.
Las antiguas salinas de Frontignan se han transformado en un lugar ideal para admirar la flora y la fauna y nos brindan vistas impresionantes de más de cien especies de aves, entre ellas, flamencos rosados, zancos blancos, patos y charranes. Para disfrutar al máximo de este ecosistema húmedo, continúe a pie o en bicicleta por el sendero «Étangs et salins» («Estanques y salinas»), de 15,5 km.
Los viñedos de Muscat (moscatel) dominan el paisaje, se extienden por las llanuras y colinas, entre el mar Mediterráneo, al sur, y el macizo de Gardiole, al norte. Es por ello que la ciudad se conoce como la capital mundial del moscatel. Además, en julio y agosto se celebran numerosos eventos relacionados con este vino y que animan la ciudad.
Frontignan también es famosa por las callejuelas que serpentean alrededor del ayuntamiento, con vistas a los restos arqueológicos y a las antiguas murallas, desde donde la vista es impresionante. Todos estos rincones son testigos del patrimonio local, que se puede explorar a su propio ritmo mientras da un paseo por el Canal du Rhône à Sète.
Además, el museo municipal le hará viajar en el tiempo. Este museo está ubicado en la antigua capilla de los penitentes blancos, presenta una variedad de exposiciones y un panorama de la vida en Frontignan que abarca desde la prehistoria hasta la actualidad, explorando diversos temas como la arqueología subacuática, justas, viticultura y tonelería.
A tan solo 6 km de Sète, la ciudad ofrece numerosos tesoros culturales y culinarios. Con su casco antiguo, su puerto, el famoso Cadre Royal, las playas, el Monte Saint-Clair con su mirador y el barrio de Pointe Courte. Hay mucho que descubrir en esta península llena de encanto y diversidad.